Fernando Pérez de Laborda: «Antes de Sabino Arana, los viajeros ya hablaban de una república vasca»

Fernando Pérez de Laborda, autor de ‘Euskal Herria, la mirada extranjera’. (Oskar MATXIN | FOKU)
Amaia Ereñaga
Entrevista a
Fernando Pérez de Laborda

Nacido en Getxo en 1962, estudió filología alemana en Alemania y ha compatibilizado la ganadería con la filología en Gares. «Un doble grado único», dice, con humor. Tras varios trabajos sobre el euskara de Valdizarbe y Valdemañeru, ha publicado una joyita: ‘Euskal Herria. La mirada extranjera’.

Lo que propone Fernando Pérez de Laborda en las casi 700 páginas de ‘Euskal Herria. La mirada extranjera’ (Txalaparta) es un auténtico viaje por el tiempo  a través de la mirada de los viajeros, estudiosos, militares, políticos, intelectuales o activistas de diversas partes del mundo que nos han visitado durante más de dos siglos: un viaje que arranca en el año 76 a. C., con la primera cita de los vascones que realiza el historiador romano Tito Livio, y concluye con la elección, por la publicación especializada inglesa ‘Herige Daily’, del descubrimiento de la mano de Irulegi como uno de los diez grandes descubrimientos arqueológicos del 2022. ¿Y qué mejor final para esta travesía que el ‘mensaje’, en forma de mano, ‘dejado’ por aquellos vascones, ancestros nuestros?

Estructurado en forma de textos cortos, incluidos de forma cronológica e intercalados con ilustraciones, este no es un libro de lectura lineal. Exige muchas consultas y, en cada visita, depara sorpresas. Por dar algunos ejemplos personales, salta la carcajada con la anécdota relatada por el escritor Vladimir Nabokov sobre sus baños de mar en Biarritz, sorprende un Carlos I hablando en euskara, te topas con unos harrijasotzailes en la California de 1852... y, sobre todo ello, destaca por la constatación «de las ansias de libertad e independencia» de este pueblo a lo largo de toda su historia, apunta el autor.  

En su perfil de X (antiguo Twitter), se define como filólogo alemán, historiador local y dice: «Para llegar lejos, hay que mirar cerca». Explíquemelo, por favor.

Soy una persona a la que me gusta observar lo que tengo alrededor y, a partir de ahí, aprovecharlo para mis proyectos. Por eso, por ejemplo, empecé haciendo un diccionario local, de mi valle [‘Diccionario de Valdizarbe y Valdemañeru’, 2017]. Porque yo soy getxoztarra, pero mis abuelos eran de Gares. Venía aquí en verano y, de tanto venir, me quedé. Ví que aquí había un lenguaje diferente y, como filólogo, decidí hacer un diccionario de todas las palabras que iban desapareciendo. Hice un trabajo de campo, también con grabaciones con abuelos y con abuelas, porque observando el entorno se puede llegar tan lejos como para hacer algo tan bonito como es un diccionario con 2.500 palabras, referencias y descripciones. A partir de ahí descubrí que muchas de esas palabras tenían relación con el euskara y que la historia del euskara en el valle estaba sin escribir.

Y te voy a contar una cosa que no sabrás: en mi terreno de Puente la Reina –porque he sido ganadero y tengo un terreno donde he tenido vacas y animales durante casi 20 años–, hice una película con un amigo mío que se estrenó en la Muestra de Venecia en el año 2019 [se refiere a Oskar Alegria y su multipremiada película ‘Zumiriki’ (2019), que se rodó en sus terrenos]. ¡Fíjate cómo observando tu entorno más cercano puedes llegar hasta Venecia!

«Pamplona se podría con toda legitimidad llamar Reino Vasco, como vasca fue su primera dinastía reinante». Roger Collins, historiador e hispanista británico que, en 1968, publicó ‘The Basques’.

‘Euskal Herria. La mirada extranjera’ es un encargo, pero tiene también un punto novelesco. Porque surge cuando, en 1997, en un mercadillo de las pulgas de Hamburgo, encontró un libro de Kurt Tucholsky (1890-1935), titulado ‘Ein Pyrenäenbusch’ (Un libro pirenaico).

Tucholsky es un escritor famoso en Alemania, vamos a decir,  como aquí Pío Baroja. Me sorprendió que un escritor tan famoso hubiera estado en Euskal Herria y hubiera escrito un libro que estaba sin traducir. Lo tuve durante quince años encima de la mesa y, al final, lo traduje y se lo mandé a Txalaparta. Se mostraron entusiasmados, porque conocían al autor, pero no el libro. A partir de ahí se generó una historia muy bonita, porque Tucholsky había hecho fotos. Compramos la edición y la volvimos a sacar por primera vez en 100 años con fotos. Jon Jimenez, entonces editor de Txalaparta, me dijo: «Esto es una joya, ¿por qué no buscas más?».

Hay una conexión alemana importante con Euskal Herria. ¿Por qué les hemos interesado tanto?

Esta conexión viene dada porque Alemania, como gran potencia europea, en los siglos XVIII-XIX –porque era una gran potencia; ahora lo sigue siendo, pero antes lo era más–se interesa por una cultura que es minoritaria, frágil, dividida y que ellos no acaban de entender cómo es capaz de subsistir. Y, ¿qué hacen? Vamos a decir que nos apadrinan. Empiezan a venir alemanes: antropólogos, lingüistas... porque quien empezó a poner de moda Euskal Herria fue Wilhelm von Humboldt (1767-1835), cuyo trabajo fue enorme. Y se ha desarrollado un vinculo entre Alemania y Euskal Herria que, con el tiempo, se ha ido perdiendo, aunque en el XIX fuese tan fuerte.

Joseba Sarrionandia, en el prólogo, escribe que la mirada de los visitantes no es aséptica, pero sí importante. ¿Importa tanto cómo nos ven? ¿Necesitamos la mirada del otro para conocernos?

Es fundamental. Hay que pensar que yo soy lo que ha quedado retenido en la mirada de los otros; al final, somos animales sociales. Entonces, nos vemos reflejados y, claro, al final siempre hay una comunicación. Me parece muy bonito haber recogido la opinión sobre Euskal Herria de 1.200 extranjeros que nos ven de una manera muy diferente y, además, dan una mirada muy caleidoscópica. Hay personajes de todas clases: viajeros, investigadores, periodistas, presidentes... toda clase de gente. Vienen con una mirada muy neutral, no deformada como la que tenemos ahora. Antes no había esa influencia, como ahora, de los grandes relatos de la historiografía española y francesa. Ellos vienen con una mirada neutra, sin más prejuicios que los suyos propios de su sociedad.

«Si veinte muchachas vascas pueden rivalizar con los hombres en resistencia, millones de mujeres americanas podrían ser tan robustas como lo son hermosas». Kate Field, feminista norteamericana que nos visitó en 1873.

Ha habido cosas que me han sorprendido, por ejemplo, que la primera cita de una mujer es bastante tardía...

Es del siglo XVII.

Pese a todo, los viajeros sí que hablan de las mujeres vascas y, es curioso, porque las retratan como mujeres liberadas, de mucho carácter, rapadas...  

A muchos les sorprende la vitalidad que tiene la mujer vasca a la hora de trabajar, porque trabaja como estibadora, barquera, campesina, comerciante, nodriza... y hablan de que tienen su ámbito cerrado, donde no deja entrar al hombre y, en cierta manera, económicamente son independientes y emancipadas. Esa mirada de la mujer como trabajadora es importante: muchos dicen que la mujer sostiene Euskal Herria: porque si el hombre está en la guerra, y los últimos 200 años han sido de guerras, no había otra manera de sacar esto adelante.

Por otro lado, es curioso también cómo ven a las mujeres disfrutando del ocio: en las danzas, en la romerías –esa imagen de las brujas no era más que mujeres disfrutando de la romerías–... también algunos hablan de que estaban en las tabernas y que se sentían seguras.

También son interesantes las mujeres que nos visitan, sobre todo en la época del Romanticismo, son aventureras muy modernas. No sé si ha buscado específicamente este tipo de citas...

En lo único en lo que he podido ser subjetivo es a la hora de buscar, porque, por lo demás, yo no interpreto. Si encuentro opiniones negativas también las meto y, es curioso, pero no es fácil encontrarlas. Las hay, pero son una minoría.

Aunque quizás a mí lo que más me ha sorprendido es constatar que el hito histórico más importante que ha sucedido en Euskal Herria haya sido la Primera Guerra Carlista. Este es un punto muy importante. Date cuenta de que hubo una cuádruple alianza luchando contra Euskal Herria: Francia, Inglaterra, España y Portugal. Vinieron muchísimos soldados a luchar; y por el otro lado, algunos pocos soldados alemanes, por su cuenta. Muchos del bando contrario desertan, alguno vuelve para luchar con los carlistas y tiene una opinión muy positiva de nosotros. La primera Guerra Carlista fue muy fuerte, porque fueron siete años de lucha. Se llegó al Abrazo de Vergara donde hubo una rendición, se redujeron los fueros y ahí quedó el asunto. Es interesante por la gran cantidad de testimonios: hay alrededor de 40 testigos visuales, algo que no ocurre con la segunda Guerra Carlista, porque nadie vino ni escribió sobre ella.

Llama la atención los grandes nombres de la historia, la literatura, la política que han hablado por aquí. Para ser un país tan pequeño, sin nación propia, ha sido una cuestión candente en los dos últimos siglos, ¿pero, por qué?  

Yo creo que Euskal Herria es una cultura bastante diferente, que les sorprende muchísimo. Después también hay una diáspora bastante grande: ahí están los balleneros. Las primeras citas aparecen en 1520, pero después fue una mujer, Selma Huxley (1927-220), quien hizo un trabajo bestial. Es curioso cómo se vino a Euskal Herria: cuando muere su marido se planta aquí, se instala en Oñati con sus cuatro hijos, porque estaba estudiando a los balleneros, y empezó a dar clases de inglés y a investigar. Ella fue quien descubrió todo sobre los balleneros, ¡fíjate lo que le debemos! Hay mujeres muy importantes relacionadas con nuestra historia y Selma Huxley es una de ellas.

Es decir, tenemos entonces una diáspora muy importante –también marineros, misioneros...– y luego, además, este es un lugar de paso que resulta sorprendente a los viajeros por todo lo que encuentran. Y está el tema ese siempre de sus ansias de libertad y de independencia. Alguna vez he dicho que los extranjeros me han hecho un libro nacionalista: a partir del XVIII, empiezan ya a hablar de crear una república vasca, que no esté separada, y lo empiezan a decir ciento y pico años antes de Sabino Arana, el creador del nacionalismo vasco. Los que veían aquí es una nación, una democracia, una independencia...

Al final del libro, en el glosario, el término con más entradas es «independencia».

Lo he hecho a propósito, porque había tantas que quise ponerlas para que la gente no piense que estoy diciendo tonterías. Todas hablan del ansia de libertad de los vascos y de la incongruencia de tener a un país dividido en dos. El periodista norteamericano Mark Kurlansky, corresponsal durante el franquismo, dijo que «no hay palabra que defina peor a los vascos que el término separatista (...). Si están en una isla, tienen incesantemente puentes hacia el continente». Y puedes deducir que eran precisamente los estados vecinos quienes los separaban.

En 1836, Louis Viardot [periodista e hispanista francés] dijo también: «El mérito de los vascos es el hecho de haber sabido canalizar correctamente desde hace siglos su situación de dependencia exterior e independencia interior».

«Cuando enumero mis orígenes soy muy cuidadoso en olvidarme de los vascos». Jorge Luis Borges, escritor y poeta argentino, y descendiente de vascos.

Fuente
https://www.naiz.eus
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