¿Kissinger o Soros? ¿Quién propone la solución más segura a la crisis de Ucrania para EEUU y la UE?

Kissinger
Sputnik Mundo
Entrevista a
Alfred-Maurice de Zayas

Alfred-Maurice de Zayas, experto independiente retirado de la ONU en la promoción de un orden internacional democrático y equitativo, habló con Sputnik sobre las marcadas diferencias de opinión que hay entre el ex secretario de Estado de EEUU Henry Kissinger y el financiero George Soros sobre el conflicto ruso-ucraniano.

Los dos ofrecieron una visión diametralmente opuesta de la crisis de Ucrania en el último Foro Económico Mundial de Davos. Según Kissinger, Rusia sigue siendo un elemento importante en el sistema estatal europeo y es hora de que Ucrania piense en una solución diplomática del conflicto, aunque eso pueda acarrear concesiones territoriales. Por su parte, Soros se hizo eco de la postura de la Administración Biden al afirmar que hay que agotar y derrotar a Rusia.

—¿Qué opina de la propuesta del ex secretario de Estado Henry Kissinger en Davos de iniciar negociaciones con Rusia sobre Ucrania para evitar "trastornos y tensiones que no serán fáciles de superar"?

—Apoyo las propuestas de Kissinger sobre Ucrania, aunque siempre fui y sigo siendo crítico con la responsabilidad de Kissinger en los graves crímenes de guerra cometidos por EEUU en Vietnam, Laos y Camboya. Cualquier persona razonable que entienda la historia del mundo y pueda evaluar los peligros inminentes de la confrontación entre la OTAN y Rusia sabe que debemos desescalar y reducir las tensiones, y estas ya son muy difíciles de superar.

La humanidad necesita algo más que un acuerdo sobre Ucrania. El conflicto de Ucrania es solo un síntoma de un desequilibrio geopolítico mucho mayor que puede y debe resolverse pacíficamente. La alternativa es el apocalipsis.

Por esta razón, el secretario general de la ONU debería convocar —en nombre de toda la humanidad— una Conferencia Mundial de Paz que aborde las causas profundas del conflicto entre la OTAN y Rusia y que establezca una arquitectura de seguridad sostenible para todo el planeta, incluido el espacio exterior. Estoy pensando en una nueva Paz de Westfalia (1648) que siguió a la carnicería de la Guerra de los Treinta Años, o en un nuevo Congreso de Viena (1814-15) que puso fin a las agresiones de Napoleón contra todos sus vecinos europeos.

Dicha Conferencia Mundial de la Paz debería basarse en la actual Constitución mundial, la Carta de la ONU, cuya letra y espíritu han sido sistemáticamente socavados por la OTAN. Debe alcanzarse un compromiso en nombre de la supervivencia de la humanidad, y todas las partes deben hacer concesiones de buena fe, incluida Rusia. Una Conferencia Mundial de la Paz podría basarse en mis 25 Principios de Orden Internacional que presenté al Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2018 y reformulé en mi libro Building a Just World Order (Construyendo un orden mundial justo).

—¿Expresó Kissinger su punto de vista personal o es el que mantiene algún grupo dentro de la clase dominante estadounidense? ¿Qué grupos de presión y fuerzas políticas podrían conformar este grupo?

—Nos guste o no, Kissinger es un político de la talla de un Klemens von Metternich. Es un pensador profundo y posee una enorme experiencia histórica y política. No es una marioneta de ninguno de los llamados centros de opinión de EEUU, financiados por el complejo militar-industrial-financiero. No es una persona que se adapte a la línea de nadie, sino que da una opinión que se debe tomar en serio.

Por supuesto, tan pronto como uno deja de seguir la línea política de Washington, se expone a las calumnias personales y a otros ataques ad hominem por debajo del cinturón. Los grupos de presión y las organizaciones como el American Enterprise Institute, la Heritage Foundation, la Brooking Institution, el AIPAC, etc., se encargan de lavar el cerebro del público estadounidense y de gestionar la narrativa de la que todos se hacen eco, en perjuicio del pueblo estadounidense y del mundo. Los principales medios de comunicación son cómplices de la desinformación del público.

—Otro orador de Davos, George Soros, apoyó el incentivo de la Administración Biden para desangrar a Rusia sin importar las posibles consecuencias. ¿Qué riesgos conlleva la postura de Soros? ¿Qué fuerzas representa?

—Durante décadas, George Soros ha estado socavando los propósitos y principios de la Carta de la ONU a través de una red de intermediarios bien financiados. Soros representa a los multimillonarios del mundo que solo sienten desprecio por la gente común. Soros ha financiado y sigue financiando organizaciones no gubernamentales que desestabilizan países y subvierten la voluntad de los pueblos.

Esencialmente, su visión del mundo es la del "dominio en todo el espectro", por el que las élites occidentales seguirán dictando la política a todo el mundo, contraviniendo el derecho de autodeterminación de los pueblos, con el propósito de imponer un "cambio de régimen" al estilo occidental y el posterior gobierno de marionetas.

En el fondo, su visión es la antítesis de la democracia y un intento de establecer un orden mundial neocolonial que recibe órdenes de Washington y Bruselas.

Su apoyo activo a las sanciones contra muchos países ha provocado la dislocación de sus economías, la escasez de alimentos y medicinas, y la consiguiente muerte de decenas de miles de seres humanos inocentes, especialmente entre los más vulnerables.

Desangrar a Rusia es una política miope, que está cargada de consecuencias criminales, teniendo en cuenta que la guerra contra Rusia está destruyendo Ucrania y provocará hambrunas en África y en el mundo. La gravedad de las consecuencias de la ideología de Soros y de los daños colaterales justificaría que la Corte Penal Internacional (CPI) acusara a muchos dirigentes occidentales de cometer "crímenes contra la humanidad" en virtud del artículo siete del Estatuto de Roma.

Pero, por supuesto, la CPI sirve a los propósitos de Occidente, y nunca acusará a Biden, Blinken, Johnson, Scholz, o al propio Soros. En resumen: Soros y su red han estado subvirtiendo los principios fundamentales del orden internacional y han convertido los derechos humanos en armas contra Rusia, China, Hungría, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Siria, etc., con impactos adversos en todo el mundo. A pesar de ello, la red de Soros ha logrado construir una imagen positiva de sí misma gracias a las noticias falsas y a las falsas narrativas difundidas por los medios hegemónicos cómplices.

—Keir Simmons, de NBC News, señaló que por "trastornos", Kissinger se refería, en particular, a una posible crisis alimentaria que podría desencadenar una migración a gran escala de los países del tercer mundo a Europa. ¿Cree usted que Soros es consciente de este escenario potencial? ¿Es una nueva crisis migratoria lo que quiere Soros?

—Por supuesto que Soros es consciente de este escenario potencial. Pero supone que, como dijo Angela Merkel en 2015 durante la crisis migratoria siria provocada por Occidente, "Wir schaffen das" (podemos manejarlo). Es totalmente irreal. Pero Soros no carga con las consecuencias de sus políticas. Tiene sus miles de millones y está a salvo hasta el día de su muerte. Mientras tanto, vive en su propio mundo ideológico y sigue socavando el orden mundial. Es un juego cínico.

—El ex agente de inteligencia ruso Andréi Bezrukov, conocido por los académicos estadounidenses durante más de 20 años bajo su alias Donald Heathfield, sugirió que EEUU puede retirarse del conflicto de Ucrania en cualquier momento sin quedar mal. ¿Está usted de acuerdo con eso?

—Objetivamente, EEUU perderá prestigio, como lo hizo en Vietnam y Afganistán. Pero también tenemos la capacidad de crear irrealidad. Para el estadounidense medio, no hemos quedado mal en Afganistán. Cumplimos nuestra tarea y no tuvimos éxito por culpa de los malvados talibanes. Nos creemos nuestra propia propaganda.

Así que, cuando EEUU decida que es el momento de abandonar Ucrania, lo hará, y los principales medios de comunicación inventarán las narrativas apropiadas para hacerlo plausible. Las noticias falsas acabarán convirtiéndose en historia falsa y las sucesivas generaciones de estadounidenses seguirán creyendo que somos los "buenos" y que tenemos la "misión" de llevar la felicidad y la democracia al resto del mundo.

—En su opinión, ¿qué opinión prevalecerá, la de Henry Kissinger o la de George Soros?

—Eso depende de cómo se desarrolle el conflicto de Ucrania. Aunque Kissinger no es un "héroe" para mí, reconozco que todavía posee un grado de sentido común y un compromiso con la paz mundial a través de la realpolitik.

Suscribo el análisis del profesor John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago, que recientemente publicó un brillante artículo en The Economist, basado en parte en su libro The Great Delusion (2018). El profesor emérito Richard Falk, de las universidades de Princeton y Santa Bárbara, también ha publicado perspicaces evaluaciones.

Por el contrario, Soros es un jugador de casino, no es un hombre muy sabio y mucho menos un intelectual. Es un especulador financiero que se hizo rico y luego pensó que podía moldear el mundo según sus caprichos e ilusiones. Un síntoma de megalomanía. Soros será olvidado, pero el daño que ha causado permanecerá durante décadas.

Fuente
https://mundo.sputniknews.com
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