Iruñea. Homenaje a Germán y a todas las víctimas de los sanfermines de 1978

Homenaje a Germán y a todas las víctimas de los sanfermines de 1978
Sanfermines de 1978

La Iniciativa Popular Sanfermines 78 gogoan! y la Federación de peñas de Iruñea organizan conjuntamente los actos del 8 de julio

Este próximo 8 de julio, una vez más, llamamos a toda la población de nuestra ciudad a participar en la concentración que realizaremos a las 13,00 horas, junto a la estela de Germán. A secundar el minuto de silencio que se realizará en la corrida taurina y, una vez finalizada ésta, a acompañar a las Peñas que, con sus pancartas recogidas, se dirigirán en silencio hasta la estela a rendir allí su homenaje a Germán y a todas las víctimas de los sanfermines de 1978.

Este año presentamos los actos del 8 de julio Sanfermines 78: gogoan! y la Federación de Peñas de Iruñea conjuntamente. No es la primera vez que lo hacemos, aunque en años anteriores cada colectivo organizaba los actos por separado. Este año, por primera vez y como cuestión de interés social, y esperamos seguir haciéndolo en el futuro, todas las actividades relacionadas con el día 8 de julio, han sido organizadas conjuntamente por los dos colectivos.

Así, hace apenas 15 días, invitada por ambos grupos, ha visitado nuestra ciudad la abogada argentina Julieta Bandirali, una de las principales impulsoras de la denominada “querella argentina”

Durante su estancia se ha entrevistado con distintas instituciones (Parlamento Foral, Gobierno de Navarra y Ayuntamiento de Iruñea), para informales de primera mano sobre la situación en la que se encuentra la citada querella, así como también la imputación criminal de Martín Villa, principal responsable político de la barbarie policial vivida durante los sanfermines de 1978. En sus entrevistas insistió en la necesidad de no cesar en el empeño de conseguir verdad, justicia y reparación para con los crímenes del franquismo.

Siguiendo con actividades conjuntas, pocos días después, una delegación formada por miembros de nuestros dos colectivos, acompañada a su vez de otros colectivos memorialistas y sociales integrados en CEAQUA (Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina), nos desplazamos a Bruselas para denunciar en el Parlamento Europeo el régimen de impunidad sobre el que sigue asentándose la política de memoria histórica del Estado español. Destacamos, en ese sentido, la vergüenza que supone que víctimas de crímenes de Estado como los de Sanfermines de 1978, 3 de marzo de Gasteiz u otros similares, tengan que viajar a miles de kilómetros, para conseguir que sus demandas de verdad, justicia y reparación sean atendidas.

Mientras tanto seguiremos trabajando y movilizándonos para lograr que las puertas de la Judicatura navarra y española se abran de una vez a cuantas exigencias de justicia le han sido planteadas. Una Judicatura que ha rechazado y archivado cuantas denuncias y querellas le han sido presentadas, negándose a juzgar aquella actuación policial, de carácter criminal, que dejó dos jóvenes muertos, once personas heridas de bala y alrededor de trescientas atendidas en centros sanitarios.


Sanfermines de 1978: el azar y la necesidad

Este año harán cuarenta desde la aprobación de la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra, por la que esta se constituye en una Comunidad autonómica integrada en la Nación española.

Como es conocido, esta ley nunca fue sometida a referéndum, como si se hizo con otros estatutos de autonomía. De hecho, en la comisión de régimen foral del Parlamento Foral de Navarra, en mayo de 1982, se rechazó una moción presentada por Euskadiko Ezkerra que solicitaba la convocatoria de un referéndum sobre el proyecto de ley orgánica, con los votos en contra de UCD, UPN y PSOE, contando con el único apoyo del PNV.

La aprobación de esta ley en 1982 fue la culminación en Navarra de un proceso político planificado tras la muerte del dictador en 1975, relativo a uno de los capítulos más urgentes dentro de la transformación global de la dictadura a un régimen democrático homologable, pero sin que ello supusiera una ruptura con las estamentos que habían conformado y sostenido el sistema franquista.

Y ese capítulo no era otro que el de encauzar debidamente, dentro de un proyecto de “Estado fuerte”, las aspiraciones nacionales que habían fermentado bajo la dictadura, especialmente en Euskadi, Cataluña y Canarias.

Por eso, en 1977, el Consejo de ministros, estableció para las tres provincias vascongadas el régimen preautonómico, donde Navarra quedó excluida. Meses antes se había restablecido la Generalitat de Cataluña, y las preautonomías del País Valencia, Andalucía, Galicia…Todas ellas con un límite preciso: “La unidad indisoluble de España”.

Se trataba de crear los mecanismos institucionales sobre los que asentar en su día los estatutos de autonomía, encauzando en este entramado las aspiraciones nacionales, torpedeando y restando protagonismo a las movilizaciones populares.

Se buscaba eclipsar las aspiraciones nacionales enredándolas dentro de una telaraña preautonómica, que establecía una igualdad en el tratamiento de todas las nacionalidades y regiones del Estado, sobre la base de un mismo rasero autonómico para todas.

A diferencia del resto, donde este proyecto autonomista se sustentó en pactos entre UCD, el PSOE y los partidos nacionalistas, en Navarra el proceso previo a la aprobación de su estatuto se cimentó en un pacto directo entre UCD y la derecha reaccionaria navarra.

Así, en enero de 1979, fruto de la negociación entre el “cacique” Amadeo Marco, presidente franquista de la Diputación Foral de Navarra, y Rodolfo Martín Villa, se impuso un engendro institucional, cuyo objetivo era garantizar, por encima de todo, el control del proceso “autonómico navarro” por una Diputación manejada por la derecha (compuesta por 4 miembros de UCD, 1 del PSOE, 1 de HB y 1 de Amaiur), y con una caricatura de parlamento sin competencias legislativas y sin ejercer ningún control sobre la Diputación. Con una composición descompensada en donde UCD y UPN ostentaban la mayoría absoluta a pesar de haber obtenido apenas el 42% de los votos.

Su función era dar un barniz de apariencia democrática a este proyecto de imposición, tratando de impedir, por todos los medios posibles, la existencia de una autonomía formada por las provincias vascongadas y Navarra.

La comisión que negoció con el Gobierno el texto del amejoramiento estaba compuesta por 7 miembros (UCD, UPN y PSOE), todos ellos favorables a la vía autonómica propia, siendo excluidos todos los demás.

Este proyecto político, diseñado y pergeñado en su origen, por la derecha caciquil, franquista y requeté que representaba Amadeo Marco, y por el ministro Martín Villa, tenía que imponerse con la aquiescencia del Partido socialista que no dudo en darla. Pero, sobre todo, debía basar su éxito en el aplastamiento de la movilización popular que aspiraba a la materialización de la unidad con el resto de Euskadi.

Y en ese punto, cobra sentido, la agresión llevada a cabo en los sanfermines de 1978, junto con otros episodios habidos de violencia policial en nuestra tierra: 1 de mayo de ese misma año, la actividad de las bandas de extrema derecha, las cargas en la marcha por la libertad, Montejurra….

A quien sostenga que la irrupción de la policía en la plaza de toros y en las calles, el 8 de julio de 1978, disparando de forma indiscriminada, bajo la consigna de “tirad con todas las energía. No os importe matar”, fue producto de la casualidad, sólo podemos contestarle con la cita atribuida al filósofo Demócrito: “todo cuanto existe es fruto del azar y la necesidad”.

Las personas asesinadas (Germán Joseba), las heridas, las golpeadas, las gaseadas…en los sucesos del 8 de julio de 1978, se puede decir que fueron agredidas por estar en la fiesta, por estar en la calle respondiendo a la violencia policial. Son víctimas por esa circunstancia, que puede ser calificada como por azar. Pero también es de justicia reconocer que esa actuación policial fue motivada y desatada porque había una necesidad; existía un proyecto político; una planificación orquestada para imponer un determinado estatus autonómico en Navarra costase lo que costase.

Y detrás de esa maquinación política que acabó llevándose a cabo, estaba el siniestro Martín Villa.

Por eso la violencia ejercida se inserta perfectamente en lo que se conoce como “crímenes contra la humanidad”. Se produjo en un contexto de violencia institucional, con el propósito de conseguir imponer un modelo político determinado.

Modelo que respondía a los intereses de las clases dominantes en el Estado español y en Navarra, que han detentado el poder desde el golpe militar contra la II República, durante la larga dictadura que le siguió y que han conseguido, bajo el manto de la más absoluta impunidad, seguir instalados en el mismo.

Lo que pasó no fue producto de la casualidad, ni de ordenes mal entendidas, ni de extralimitaciones por parte de la policía. Fue algo premeditado y con un objetivo político. De ahí la pertinaz negativa a juzgar estos hechos. Sentar a Martín Villa en el banquillo para que responda de estos crímenes, supone poner en tela de juicio la idoneidad de la transición española y su supuesta condición de pacto pacifico.

Por eso seguimos exigiendo Verdad, Justicia y Reparación. Seguimos apoyando la querella argentina. Seguimos compareciendo en las instancias europeas. Seguimos pidiendo a los tribunales de aquí que hagan justicia. Y seguimos acudiendo año tras año al monolito en recuerdo a Germán.

* Menchu Velasco Fleta, Fermín Rodríguez Saiz, de la Iniciativa Popular Sanfermines78:Gogoan
* Marta Aparicio López, Iosu Santxez Jarero, de la Federación de Peñas de Iruñea

Fuente
https://loquesomos.org
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